Cuando los alemanes establecieron el gueto en Podgorze recomendaron a los polacos que abandonaran la zona. El dueño de esta farmacia, a pesar de que le ofrecieron otros locales en diferentes zonas de la ciudad, decidió quedarse. La farmacia se convirtió en un lugar clave en el gueto, en el que los habitantes encontraban ayuda médica y un espacio de confianza en el que podían reunirse y esconderse de la dura realidad.
La historia de la farmacia está llena de recuerdos en los que con tintes para el cabello lograban salvar a los más mayores y con sedantes ayudaban a los más pequeños a ocultarse. La farmacia sobrevivió a la guerra y en 1967 cerró hasta que años más tarde se convirtió en un museo cargado de historias.
En las instalaciones se ubica una exposición permanente en la que se muestra la aniquilación que sufrieron los judíos y el importante papel que tuvo la farmacia en el gueto.
Aunque no es ni mucho menos imprescindible, resulta curioso visitar la farmacia mientras se descubre su interesante historia.
(Fuente: Aquí.)
A continuación tenéis la foto en 360 grados esféricos.