El retorno a la superficie en el minúsculo ascensor es el único momento en toda la visita a las minas de sal de Wieliczka en que podemos llegar a sentir claustrofobia, ya que subimos apretujados como en una lata de sardinas y en completa oscuridad durante unos eternos segundos mientras se oyen los crujidos del ascensor.
Eso sí, una vez en la superficie, merece la pena la pequeña angustia vivida, pues las minas de sal de Wieliczka son un auténtico espectáculo para el visitante, por todo el arte que se puede ver en su interior, por la fastuosa obra de ingeniería que es, y por todo lo que significan estas minas para la historia de Polonia.
(Fuente: Aquí.)
A continuación tenéis la foto en 360 grados esféricos.