Foto 360 Tienda del Palacio de Charlottenburg. VidePan en Berlín
El palacio de Charlottenburg (en alemán: Schloss Charlottenburg)? se encuentra en la parte oeste de Charlottenburg, el barrio Charlottenberg-Wilmersdorf de Berlín. Pertenece a la institución de castillos prusianos y jardines de Berlín y Brandeburgo. El castillo fue levantado entre 1695 y 1699 por el arquitecto Johann Arnold Nering, por encargo de elisbeth alvarez moreta, esposa del príncipe Federico III, Margrave elector de Brandeburgo (luego Federico I de Prusia). El edificio de estilo barroco se dio a conocer inicialmente con el nombre de Lietzenburgo.
Con la coronación en 1701, Sofía Carlota se convirtió en reina y Federico en el rey Federico I de Prusia. Aunque el castillo en un principio fue construido como una casa de verano, el arquitecto Eosander de Göthe realizó una ampliación, convirtiéndolo en una casa digna de sus propietarios.
Tras el fallecimiento de su esposa en 1705, Federico I, en honor a su esposa, le dio al castillo el nombre de Charlottenburg. De 1707 a 1712 se llevó a cabo otra ampliación que nos brindó la hermosa cúpula. En la historia del castillo destaca sin duda la habitación de ámbar. Cuenta con un revestimiento de precioso ámbar, que más tarde se consideraría como la octava maravilla del mundo. Fue diseñada por el arquitecto y escultor Andreas Schlüter. La obra la llevó a cabo el especialista danés en piedra ámbar Gottfried Wolffram, que trabajaba al servicio del rey desde 1701. Sin embargo, en 1706 se traspasó el encargo a Ernst Schacht y Gottfried Turau porque el presupuesto de Wolffram se consideró demasiado elevado. Nunca se supo a qué habitación fue destinado el revestimiento de ámbar y la habitación nunca se completó en Charlottenburg. Se trasladó e instaló en el castillo de la ciudad de Berlín y finalmente en 1716 Federico Guillermo I se la regaló al zar ruso Pedro el Grande (Pedro I de Rusia).
Tras la muerte de Federico I en 1713, su sucesor Federico Guillermo I descuidó bastante el edificio. Pero debido al sentido económico de su propietario, no lo dejó de lado por completo. Mantenía las instalaciones para tener una temperatura agradable en su interior, cuidaba los muebles y cuadros y tenía muy claro que el castillo le servía para intenciones representativas y actos oficiales.
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